Gabriel Mejía Duclós
Ingeniero agrícola con especialización en Ingeniería de Recursos Agua y Tierra
IMPORTANCIA DE LA CONSERVACIÓN DE LA AGROBIODIVERSIDAD
En pleno proceso de cambio climático, en el ámbito local, nacional y global, cada día existe mayor consenso de que, en un país megadiverso de las características del Perú, “con 84 zonas de vida de las 117 que hay en el planeta”, la diversidad de culturas constituye una extraordinaria reserva y potencial generador de diversificación productiva que requiere ser debidamente valorada y difundida.
El Perú, al ser un país poseedor de la más alta diversidad genética, por ser uno de los centros mundiales de origen de la agricultura y la ganadería, y primero en especies nativas domesticadas (128 sp), es el primer país en variedades de papa, ají y maíz. Por ejemplo, “en papa existen 9 especies domesticadas con unas 3500 variedades y unas 91 especies silvestres, 55 razas de maíz, 15 especies silvestres de tomates y 2 domesticadas; 623 especies de frutas y 1408 especies de plantas medicinales”. Asimismo, se destaca la variabilidad de mashua, oca, olluco, arracacha, camote, yuca, quinua, kiwicha, cañiwa, tarwi, frejol, tomate de árbol, aguaymanto, granadilla, camu camu, chirimoya, lúcuma, entre otros tubérculos, raíces, granos y frutos.
De los cuatro cultivos más importantes para la alimentación humana en el mundo (trigo, arroz, papa y maíz), el Perú es poseedor de una alta diversidad genética de dos de ellos: papa y maíz. Qué duda cabe de que la cultura peruana, rica y diversa, es también la generadora de tan vasta diversidad de semillas y frutos que constituyen uno de los más grandes bancos de semillas y recursos genéticos a nivel de la tierra, donde definitivamente no tienen cabida los OGM o transgénicos, que solo llevarían a destruir el trabajo de miles de años conservando la agrobiodiversidad.
Como parte del trabajo de conservación in-situ de la agrobiodiversidad, en las propias comunidades y chacras por las familias conservacionistas, y el esfuerzo realizado en las últimas dos décadas por organizaciones de desarrollo, el Centro Internacional de la Papa y el INIA, a partir de la aprobación del Reglamento para el Reconocimiento de Zonas de Agrobiodiversidad (D. S. N.° 020-2016-MINAGRI), se han desplegado esfuerzos colaborativos que han permitido, a la fecha, contar con el reconocimiento de 9 zonas de agrobioversidad orientadas a la conservación y el uso sostenible de especies nativas cultivadas por los pueblos indígenas en regiones como Puno, Cusco, Apurímac, Junín, Huancavelica y Arequipa. En dichas zonas participan 46 comunidades campesinas y se cuenta con 9258 variedades de cultivos locales y 305 conocimientos tradicionales. Se espera que en los siguientes meses y años se reconozcan nuevas zonas de agrobiodiversidad en Huánuco, Pasco, Áncash, y en otras regiones del país.
AGRICULTURA ECOLÓGICA: AGRICULTURA DE VIDA Y DEL FUTURO
Desde la década del 50 un grupo de empresas de países “desarrollados” que prometía acabar con el hambre en el mundo promovió un modelo de agricultura con semillas “mejoradas”, semillas transgénicas, maquinaria sofisticada, paquetes de agroquímicos y fertilizantes sintéticos, elaborados a partir del petróleo y otros productos tóxicos. Con el paso de los años este modelo de agricultura química ha demostrado que fue y es un negocio altamente rentable, cuya maquinaria comercial ha generado dependencia de muchos agricultores, llevando a estas empresas a convertirse en poderosas transnacionales que han destruido los agroecosistemas, alterado el equilibrio ecológico, contaminado los suelos y el agua, y ha causado daños irreparables a la biodiversidad y a la salud de los seres humanos.
Y lo más preocupante, es que de los campos con agroquímicos salen productos con altos contenidos de venenos, dañinos para la salud de las personas, como lo han demostrado los monitoreos ciudadanos realizados, primero en Lima, en 2022, y luego en Huaraz, Huánuco, Cusco y Arequipa, en 2023, donde el 66 % de las muestras de 18 supermercados, tomadas por un laboratorio acreditado internacionalmente, superaron los límites máximos permitidos de agroquímicos, que contaminan el ambiente y la salud de los consumidores.
Ante esta grave situación, hace más de cuatro décadas se gestó en el Perú y en varios países de América Latina y del mundo, un movimiento de hombres y mujeres del campo y la ciudad, así como de las universidades, que fueron construyendo a partir de la cultura ancestral, de los conocimientos y saberes previos, una nueva forma y filosofía de producir alimentos, conservando los recursos naturales sin el uso de agroquímicos.
Actualmente, cada día hay mayor consenso de que la agricultura ecológica es la agricultura de la vida, que cuida la salud de los seres humanos, de los suelos, de las chacras familiares campesinas, de las cuencas y del planeta en su conjunto. La agricultura ecológica u orgánica ha dejado de ser una ilusión promovida por un puñado de productores líderes y organizaciones de desarrollo, para convertirse en una real alternativa de millones de familias principalmente de pequeños productores en el Perú, en América latina y en el mundo entero, cuyo camino va construyendo solidaridad, emprendimientos y relaciones de mayor equidad, en armonía con la naturaleza.
Sin duda alguna, como lo evidencian los chefs reconocidos en el Perú y en el mundo, como Virgilio Martínez y Gastón Acurio, la cuantiosa agrobiodiversidad y los productos naturales y orgánicos, saludables y nutritivos, producidos con tecnología limpia, sin usar agroquímicos por los agricultores familiares de costa, sierra y selva, son los productos que dan valor y prestigio a la reconocida gastronomía peruana. Como también lo demuestra el permanente incremento de las exportaciones de frutas, quinua, café, cacao y reconocidos productos del Perú a Europa, EEUU y Asia, que son esencialmente de productos orgánicos, ya que los diferentes países compradores, prefieren productos saludables, orgánicos y sin presencia de sustancias tóxicas ni cultivados a partir del uso de semillas transgénicas.
Sin duda alguna, el futuro de la agricultura en Perú y sus regiones se orienta al escalamiento de la agricultura ecológica, la agricultura sustentada en la diversidad de semillas y cultivos (agrobiodiversidad), el uso de los recursos locales y la tecnología limpia, que conservan los recursos naturales y la salud de las personas y del planeta.