Ing. Ulises Osorio Ángeles
Asesor y consultor agroclimático de la UNALM

La agricultura y la ganadería son actividades productivas muy ligadas al poblador peruano, su unión se remonta a más de 8000 años, edad basada en el hallazgo de restos arqueológicos de cultivos que tuvieron que ser domesticados y mejorados por ellos, como el maní, el ají, las calabazas, etc. Y desde aquellos tiempos, la irregularidad del clima peruano ha estado ligada al desarrollo de cultivos, cultivares y razas adaptadas a cada condición climática venidera y debió ser venidera porque es la única manera de hacerlo sostenible en el tiempo y sus errores los llevaba a grandes hambrunas y extinción.

Los peruanos modernos no entendemos aún esa necesidad de conocer con mucha anticipación el clima venidero y optamos por hacer exactamente lo mismo año tras año. Basta que una vez nos diera resultado para fijarlo en el ADN, como si el clima fuera exactamente el mismo y no es así, es por ello que el mundo moderno y los peruanos no han comprendido la intensa variabilidad climática de cada cultivo originario de las Américas. El desarrollo de miles de años trajo como resultado un cultivo y una variedad o ecotipo más adecuado para dicho lugar. Un ejemplo ilustrativo es el maíz gigante de Urubamba, solo tiene esa característica en dicho lugar, a pesar de que ha habido intentos de adaptarlo o cruzarlo en otras localidades. Otro no más importante es el maíz morado, solo en Perú y en determinadas localidades podemos producirlo; los intentos de llevarlo a otros países han resultado en un fracaso. Asimismo, nos maravillamos de la enorme variabilidad genética de la papa cultivada, pero no entendíamos el por qué la coloración morada de su pulpa, recién se ha comprendido su importancia por el aporte de proteínas y antioxidantes.

En estas últimas campañas agrícolas, el Perú ha sufrido una disminución de los rendimientos unitarios, disminución de la producción y pérdida de calidad de producto cosechado, que nos ha traído grandes problemas, como la disminución de ingresos de la clase trabajadora por pérdida de empleo temporal y reclamos de tiendas e importadores internacionales por mala calidad de fruta. Esta condición, que ha afectado a todo cultivo sin excepción, se debe al clima, ese clima que tan poco nos llama la atención.

Quienes han sufrido mayores pérdidas llegando al 100 % son los pequeños y medianos agricultores que carentes de capacitación y asesoría han trabajado al azar mientras que las empresas agroexportadoras y agricultores exitosos van de la mano con asesores y profesionales altamente calificados, estas empresas a pesar de bajar sus rendimientos han logrado obtener mayores ganancias gracias a los buenos precios alcanzados, pocas veces visto en la historia como el caso del cacao que superó los 11 000 dólares por tonelada frente a los 2500 promedio.

En estos años estamos sufriendo una crisis climática muy propia de nuestro planeta, que nos demuestra que está vivo y activo, con un evento climático anómalo que se presenta pocas veces cada siglo y su característica más importante es que altera las previsiones o pronósticos de los modelos climáticos existentes, sean estos numéricos, dinámicos, estadísticos o acoplados, pero también a los empíricos de la sabiduría ancestral, especialmente al basado en indicadores biológicos que a nivel de superficie se caracteriza por ser en extremo ventoso y con cambios muy bruscos del tiempo.

Este evento que la ciencia desconoce es llamado Yampallec o Ayallec por el norte, Años de San Andrés en la costa de Áncash, y las advertencias han sido plasmadas en roca o glifos desde tiempos inmemoriales como las Piedras del Hambre de Europa y el Amazonas, los famélicos de Caral o los glifos de Sechín Bajo, los sabios hombres del campo del Siglo XX nos hablaban de este evento que ocurrió entre 1892 a 1908 y el último entre 1975 a 1981. Las semejanzas de los efectos de esta última son bastante similares con las actuales y gracias a ese conocimiento, hemos logrado atenuar los efectos dañinos que se presentaron en todo cultivo sin excepción sea termófilo o no, incluso afectó al algarrobo, planta silvestre adaptada al calor intenso y la baja humedad en el suelo.

Hoy en día, con la ciencia moderna, altamente desarrollada y con equipos de medición podemos afirmar que el clima tiene una enorme importancia, que llega al 80 % como factor de producción y 20 % de manejo cuando no tomamos en cuenta el clima venidero. Recuerden que el 96 % del peso o masa de toda planta o ser vivo depende de 4 elementos: Carbono (C) en mayor proporción, Hidrógeno (H), Oxígeno (O) y Nitrógeno (N) que toma del aire o del suelo (es gratis) y tan solo 4 % de nutrición mineral que tiene costo.

Si hacemos un buen trabajo predictivo del clima venidero, entonces, las proporciones cambian a 80 % manejo y 20 % clima, dado que pueden ocurrir eventos sinópticos (espontáneos) que nos afecten, manejo para obtener la mayor cantidad de CHON del aire o suelo porque es gratis.

En conclusión, un buen trabajo agroclimático consiste en predecir (100 % certeza) el clima futuro bajo el cual las plantas se desarrollarán y, con base a esas condiciones, planificar nuestra futura siembra, eligiendo al cultivo adecuado, cultivar más adaptado a la localidad o lugar, fecha de siembra, método de siembra (directa o y trasplante), oportunidad de siembra, control sanitario preventivo, nutrición y sistema de riego, etc., algo que la ciencia no puede hacerlo, incluso está vetado a la inteligencia artificial. Sin embargo, existe una grandiosa sabiduría ancestral que sí tiene esas respuestas, con una antigüedad que supera los 6000 años de desarrollo y está guardada en las mentes de los ayallecs, o sabios hombres del campo de cada comunidad. Solo hay que buscarlos y captar su sabiduría y compartirla. Yo tengo la suerte de ser un descendiente de un gran ayallec climático, mi maestro y gracias a él, comparto esa sabiduría en cada charla magistral dada.

Áncash, 20 de junio de 2024

Gabriel Mejía Duclós
Ingeniero agrícola con especialización en Ingeniería de Recursos Agua y Tierra

IMPORTANCIA DE LA CONSERVACIÓN DE LA AGROBIODIVERSIDAD

En pleno proceso de cambio climático, en el ámbito local, nacional y global, cada día existe mayor consenso de que, en un país megadiverso de las características del Perú, “con 84 zonas de vida de las 117 que hay en el planeta”, la diversidad de culturas constituye una extraordinaria reserva y potencial generador de diversificación productiva que requiere ser debidamente valorada y difundida.

El Perú, al ser un país poseedor de la más alta diversidad genética, por ser uno de los centros mundiales de origen de la agricultura y la ganadería, y primero en especies nativas domesticadas (128 sp), es el primer país en variedades de papa, ají y maíz. Por ejemplo, “en papa existen 9 especies domesticadas con unas 3500 variedades y unas 91 especies silvestres, 55 razas de maíz, 15 especies silvestres de tomates y 2 domesticadas; 623 especies de frutas y 1408 especies de plantas medicinales”. Asimismo, se destaca la variabilidad de mashua, oca, olluco, arracacha, camote, yuca, quinua, kiwicha, cañiwa, tarwi, frejol, tomate de árbol, aguaymanto, granadilla, camu camu, chirimoya, lúcuma, entre otros tubérculos, raíces, granos y frutos.

De los cuatro cultivos más importantes para la alimentación humana en el mundo (trigo, arroz, papa y maíz), el Perú es poseedor de una alta diversidad genética de dos de ellos: papa y maíz. Qué duda cabe de que la cultura peruana, rica y diversa, es también la generadora de tan vasta diversidad de semillas y frutos que constituyen uno de los más grandes bancos de semillas y recursos genéticos a nivel de la tierra, donde definitivamente no tienen cabida los OGM o transgénicos, que solo llevarían a destruir el trabajo de miles de años conservando la agrobiodiversidad.

Como parte del trabajo de conservación in-situ de la agrobiodiversidad, en las propias comunidades y chacras por las familias conservacionistas, y el esfuerzo realizado en las últimas dos décadas por organizaciones de desarrollo, el Centro Internacional de la Papa y el INIA, a partir de la aprobación del Reglamento para el Reconocimiento de Zonas de Agrobiodiversidad (D. S. N.° 020-2016-MINAGRI), se han desplegado esfuerzos colaborativos que han permitido, a la fecha, contar con el reconocimiento de 9 zonas de agrobioversidad orientadas a la conservación y el uso sostenible de especies nativas cultivadas por los pueblos indígenas en regiones como Puno, Cusco, Apurímac, Junín, Huancavelica y Arequipa. En dichas zonas participan 46 comunidades campesinas y se cuenta con 9258 variedades de cultivos locales y 305 conocimientos tradicionales. Se espera que en los siguientes meses y años se reconozcan nuevas zonas de agrobiodiversidad en Huánuco, Pasco, Áncash, y en otras regiones del país.

AGRICULTURA ECOLÓGICA: AGRICULTURA DE VIDA Y DEL FUTURO

Desde la década del 50 un grupo de empresas de países “desarrollados” que prometía acabar con el hambre en el mundo promovió un modelo de agricultura con semillas “mejoradas”, semillas transgénicas, maquinaria sofisticada, paquetes de agroquímicos y fertilizantes sintéticos, elaborados a partir del petróleo y otros productos tóxicos. Con el paso de los años este modelo de agricultura química ha demostrado que fue y es un negocio altamente rentable, cuya maquinaria comercial ha generado dependencia de muchos agricultores, llevando a estas empresas a convertirse en poderosas transnacionales que han destruido los agroecosistemas, alterado el equilibrio ecológico, contaminado los suelos y el agua, y ha causado daños irreparables a la biodiversidad y a la salud de los seres humanos.

Y lo más preocupante, es que de los campos con agroquímicos salen productos con altos contenidos de venenos, dañinos para la salud de las personas, como lo han demostrado los monitoreos ciudadanos realizados, primero en Lima, en 2022, y luego en Huaraz, Huánuco, Cusco y Arequipa, en 2023, donde el 66 % de las muestras de 18 supermercados, tomadas por un laboratorio acreditado internacionalmente, superaron los límites máximos permitidos de agroquímicos, que contaminan el ambiente y la salud de los consumidores.

Ante esta grave situación, hace más de cuatro décadas se gestó en el Perú y en varios países de América Latina y del mundo, un movimiento de hombres y mujeres del campo y la ciudad, así como de las universidades, que fueron construyendo a partir de la cultura ancestral, de los conocimientos y saberes previos, una nueva forma y filosofía de producir alimentos, conservando los recursos naturales sin el uso de agroquímicos.

Actualmente, cada día hay mayor consenso de que la agricultura ecológica es la agricultura de la vida, que cuida la salud de los seres humanos, de los suelos, de las chacras familiares campesinas, de las cuencas y del planeta en su conjunto. La agricultura ecológica u orgánica ha dejado de ser una ilusión promovida por un puñado de productores líderes y organizaciones de desarrollo, para convertirse en una real alternativa de millones de familias principalmente de pequeños productores en el Perú, en América latina y en el mundo entero, cuyo camino va construyendo solidaridad, emprendimientos y relaciones de mayor equidad, en armonía con la naturaleza.

Sin duda alguna, como lo evidencian los chefs reconocidos en el Perú y en el mundo, como Virgilio Martínez y Gastón Acurio, la cuantiosa agrobiodiversidad y los productos naturales y orgánicos, saludables y nutritivos, producidos con tecnología limpia, sin usar agroquímicos por los agricultores familiares de costa, sierra y selva, son los productos que dan valor y prestigio a la reconocida gastronomía peruana. Como también lo demuestra el permanente incremento de las exportaciones de frutas, quinua, café, cacao y reconocidos productos del Perú a Europa, EEUU y Asia, que son esencialmente de productos orgánicos, ya que los diferentes países compradores, prefieren productos saludables, orgánicos y sin presencia de sustancias tóxicas ni cultivados a partir del uso de semillas transgénicas.

Sin duda alguna, el futuro de la agricultura en Perú y sus regiones se orienta al escalamiento de la agricultura ecológica, la agricultura sustentada en la diversidad de semillas y cultivos (agrobiodiversidad), el uso de los recursos locales y la tecnología limpia, que conservan los recursos naturales y la salud de las personas y del planeta.

Ing. Rómulo Antúnez
Especialista en Gestión de Recursos Hídricos

Que 2.2 millones de productores de la agricultura familiar hayan sido relegados de la política agraria del Perú en los últimos 30 años y el 87 % de ellos se encuentre en subsistencia, así como que el Perú es una potencia mundial con presencia de sus productos agrarios en los mercados más exigentes del planeta, con un empresariado agroexportador pujante, forma parte de la realidad que marca el momento de plantear una TRANSFORMACIÓN AGRARIA (SRA).

Múltiples gremios agrarios y plataformas de organizaciones han planteado proyectos de ley para la TRANSFORMACIÓN AGRARIA en el Perú, para derribar ese muro invisible que separa al productor de agricultura familiar del mediano o gran empresario agrario o agroexportador, producto de la ruptura sucedida en la reforma agraria de Velasco, con la expropiación de tierras de hacendados, a favor de los campesinos; un hecho que destruyó la agricultura e instaló en el imaginario nacional que el gamonal o “rico” fue enemigo de los pobres, lo que explica que hoy muchos crean que los agroexportadores son los enemigos, un pensamiento que es necesario derribar si queremos construir una agricultura moderna que asegure la alimentación de los peruanos y venda alimentos a los mercados del mundo.

No podemos negar que la agricultura nacional se encuentra en el olvido absoluto, especialmente la pequeña agricultura familiar. Requerimos reconocer que existe un consenso generalizado en la necesidad de una reforma, una revolución o una transformación, y al respecto en años recientes se han discutido e implementado medidas iniciales desde el Ministerio de Desarrollo Agrario y de Riego (Midagri). También en los gremios agrarios nacionales y en la Comisión Agraria del Congreso se discuten leyes específicas y generales para la TRANSFORMACIÓN AGRARIA (SRA). Sin embargo, se requiere de consenso nacional dentro de la sociedad agraria y la sociedad peruana.

Esta reforma, revolución o transformación debe consistir en implementar profundos cambios necesarios a nivel de la estructura orgánica y funcional del Midagri, que ha abandonado su rol promotor, rector y de soporte del agricultor familiar y de agroexportación, convirtiéndose en una de las instancias más burocráticas, centralizadas y con serios signos de corrupción. Urge que este ministerio cambie para que pase a ser el sector más descentralizado, con capacidades técnicas de mejor nivel y presupuesto para garantizar la seguridad de acceso al agua de riego, implementando acciones de almacenamiento, retención, regulación de agua así como la gestión del agua de lluvia a través de recuperación, manejo sostenible y conservación de ecosistemas hídricos que logren contener o atenuar los efectos del cambio climático, lo que sumado al uso eficiente del agua a nivel parcelario tecnificando masivamente del riego, debería ser lo que la TRANSFORMACION AGRARIA muestre como resultado.

La producción agrícola, pecuaria y forestal requiere otras transformaciones, especialmente la masificación y el desarrollo de la tecnología desde la siembra, el manejo agronómico, la aplicación de insumos, el manejo ganadero, la alimentación de los ganados, la inseminación, la cosecha, el tratamiento post cosecha, el acopio, el procesamiento y la industrialización, debiendo garantizar el incremento de la productividad y el rendimiento por unidad de área, haciendo que el productor sea más competitivo no sólo por la calidad y la cantidad de su producción, sino en su diversidad y producción escalonada a contra estación, para cubrir la necesidad de los mercados locales, nacionales y mundiales existentes y siempre con ciertas variaciones.

La TRANSFORMACIÓN AGRARIA requerida no puede limitarse sólo a garantizar el acceso al agua y masificar y desarrollar tecnología para el proceso productivo; también es necesario acercar el productor al consumidor, desarrollando mercados campesinos y agrarios, no solo para que el alimento sea el accesible a los productores, sino sea a la vez mucho más rentable y que el productor agrario desarrolle mejores condiciones de capitalización, y el consumidor final acceda a productos frescos o procesados a menor costo, cosa que no sucede por la intermediación de varios eslabones de comerciantes que reducen el precio al productor y multiplica el valor final del producto que llega al consumidor.

También es necesario desarrollar un sistema financiero agrario predecible y adecuado al perfil del productor, de acuerdo a su capacidad y con incidencia de su rol subsidiario, orientando la cantidad y la calidad de inversión pública suficiente en infraestructura agraria e hidráulica que mejore la productividad y la competitividad, especialmente relacionada a la agricultura familiar. Asimismo, se deben desarrollar más servicios rurales, como carreteras, electrificación, acceso al internet, entre otros, concentrados en ciudades rurales, que deben ser complementados con financiamiento privado de acuerdo a las características del producto, el productor y el mercado, pues hasta ahora los intentos por implementar un sistema financiero comercial y empresarial, adaptado al agro, no ha logrado tener resultados favorables.

En resumen, la TRANSFORMACIÓN AGRARIA significa la unidad de agroperuana para garantizar la alimentación de los peruanos y mejorar la presencia de nuestros productos en el mercado mundial. Para ello, es necesario implementar inversión pública considerable y de impacto, orientada a la retención y regulación del agua de lluvia con infraestructura gris y verde, así como para garantizar la eficiencia en el uso del agua y la tecnificación del riego parcelario; desarrollar la tecnología para el proceso de producción pecuario, agrícola y forestal, mejorando su rendimiento y productividad, para lo que se tendrá que desarrollar procesos modernos de acopio, procesamiento e industrialización que deben llegar al mercado, acercando el productor al consumidor final a través de los mercados locales (campesinos y agrarios); y seguir fortaleciendo el comercio mundial agroexportador, acompañado de un sistema financiero agrario privado y público, así como de un proceso de fortalecimiento de la asociatividad empresarial y cooperativa que sostenga la productividad y la competitividad de los productores de la agricultura familiar.

Áncash, 17 de junio 2024

Liliana Emilia Horna Oruna.
Estudiante de Derecho Ciclo IX - Universidad Privada Antenor Orrego

Mi padre es Hugo Horna Arias, nací y me crié en el campo. Fue él, un hombre dedicado a la agricultura, quien me educó con principios y valores. Desde pequeña, vi a mi padre trabajar, ser responsable y mostrar un pensamiento crítico frente a lo injusto y lo incorrecto, algo que siempre valoré mucho.

Desde muy niña, crecí escuchando a mi padre hablar apasionadamente sobre la importancia de la agricultura y sobre todo del Proyecto Especial Chinecas con bocatoma única compartida y reservorio en la quebrada La Huaca, siendo que, como presidente del Frente Agrario, siempre tuvo como principal lucha y prioridad este proyecto, ya que garantizaría los recursos hídricos suficientes para nuestro agro, especialmente en épocas de estiaje.

El Proyecto Especial Chinecas, hoy, con su propuesta nueva para el desarrollo de Áncash, a través de la formulación del perfil, aseguraría el riego constante de nuestras parcelas durante todo el año. “El río Santa es nuestro”, solía decir mi padre, subrayando la injusticia cuando el apoyo se daba más a Chavimochic que a Chinecas.

También quiero hacer énfasis en que se realizaron marchas y reuniones con autoridades, exponiendo nuestra propuesta de manera técnica. Fue mi padre que, gracias a su preparación y capacidad, demostró y fundamentó que la propuesta del proyecto que era viable. Fui testigo de que se firmaron compromisos de apoyo al sector agrario, pero como se dice: “el papel lo aguanta todo” y seguimos abandonados.

Nosotros, los agricultores, estamos olvidados por el Gobierno central y nuestras autoridades regionales, llevamos años en pie de lucha por la realización de nuestro proyecto, enfrentando solo indiferencia y sin resultados favorables, promesas por parte de nuestras autoridades, quienes se olvidan de que tienen un compromiso muy importante y urgente que cumplir con nuestro sector agrario.

Hoy, el legado de mi padre sigue vivo en mí, sus enseñanzas y su ejemplo me motivan a seguir luchando por un futuro más justo para el agro. Quienes nos gobiernan, no conocen la realidad de mis hermanos agricultores, quienes desde muy temprano comienzan sus labores y hacen un gran esfuerzo para cultivar sus productos agrícolas. Los abonos e insecticidas están caros y existe incertidumbre sobre si ganarán o perderán al momento de la cosecha, manteniéndolos en la pobreza. Este es el problema de los precios de los productos: están bajos y afectan totalmente al productor. Pero, a pesar de todo, siguen cultivando porque tienen una familia que sustentar y porque “el gobierno no les va a mantener.” Esta problemática afecta a todo el ámbito nacional.

Se preguntan ¿por qué los agricultores hacen paros agrarios? ¿No se dan cuenta de que hay un abandono del Estado? ¿Cómo quieren o esperan que reaccionen? Cuando quieren dialogar, se les cierran las puertas, y cuando supuestamente se llega al diálogo, los representantes que envían no pueden tomar decisiones. Los que asumen la cartera del Ministerio de Agricultura no saben de la realidad de la agricultura peruana. No están preparados, nunca han cultivado ninguna planta porque están en una oficina y no van al campo, no conocen esta problemática. No hay sostenibilidad, tampoco hay una política inclusiva donde se consideren las necesidades de los agricultores, donde se hagan escuchar sus propuestas.

Es lamentable que muchos de nuestros campos de cultivo estén en blanco o en barbecho, porque el agricultor ya no tiene financiamiento para seguir produciendo. Existe una falta de créditos blandos para continuar con los sembríos. Esto afecta también a las grandes ciudades. ¿Se dan cuenta de que se debe valorar al campesino? Él es fundamental. Sin él, no habría con qué alimentarnos. Pero no se valora su esfuerzo y sacrificio. No recibe un pago justo por sus productos, por lo que debe haber una política nacional agraria que ayude a obtener buenas cosechas y precios justos.

Hermanos agricultores, en esta fecha del Día del Campesino les diría que, como mujer rural, como hija de un agricultor, les digo que siempre debemos salir a reclamar nuestros derechos, que nuestra voz se haga escuchar. Debemos ponernos en pie de lucha frente a tanto abuso y debemos exigir más apoyo al sector agrario. En nuestra región Áncash, tenemos a nuestro río Santa que es el diamante de la región y debemos darle utilidad a sus aguas que se pierden en el mar, con el ansiado proyecto emblemático de Chinecas que beneficiará a todos, al sector agrario y a la ciudadanía. Un llamado a la unidad. “El que no exige sus derechos no tiene dignidad,” decía mi padre Hugo y lo seguiremos diciendo desde nuestros valles de Santa y Lacramarca.

Chimbote, 20 de junio 2024

Sidebar 1