Campos de Pamparomás, Jimbe y Moro sin agua para cultivos de consumo familiar y de exportación.

“Si no llueve nos iremos del pueblo. No queda otra alternativa”, dice tajante Lucio Milla Cadillo, productor de papa del caserío de Huarac Huran, ubicado en el distrito de Pamparomás, provincia de Huaylas, región Áncash. Él y su familia viven a más de 3000 metros de altura donde la lluvia es vital.

En Huarac Huran las precipitaciones pluviales son la principal fuente de agua para la principal actividad económica de la comunidad: la agricultura. Sin lluvia no se puede sembrar y tampoco puede crecer el pasto que sirve de alimento para los animales que, también, son de consumo familiar.

Las lluvias debieron llegar en octubre y su retraso preocupa a los productores de la subcuenca del río Loco y de la parte alta del valle de Nepeña. La sequía ha demorado la siembra de arveja, trigo, cebada y habas, parte de la base de la seguridad alimentaria rural y nacional.

El 75 por ciento del terreno cultivable de la subcuenca del río Loco depende exclusivamente de la lluvia. Es el segundo año consecutivo que no llega en la fecha debida y los productores esperan que llueva en los próximos días.

SEQUÍA EN LA COSTA

La falta de lluvia no solo afecta a los productores de la zona sierra de la subcuenca del río Loco. También impacta directamente a sus colegas de la costa, provincia del Santa, quienes riegan sus cultivos con agua de pozos, filtraciones y el río Nepeña, los que disminuyen sus niveles con la ausencia de lluvias.

“Los compañeros (de la costa) están muy desesperados por la falta de lluvia. La dotación de agua ha disminuido hasta en un 80 por ciento desde hace dos meses porque no hay agua. Es un año muy difícil”, remarcó Luis Huerta Meléndez, sectorista de la Comisión de Usuarios Salitre, en el distrito de Cáceres del Perú-Jimbe.

Los productores de Salitre apenas reciben media hora de agua por hectárea cada nueve días y eso afecta el rendimiento de sus cultivos. El palto necesita 15 000 metros cúbicos de agua por hectárea cada año, mientras que el mango requiere un promedio de 10 000 metros cúbicos por hectárea.

Actualmente, con la falta de agua, las plantas sufren la falta de recurso hídrico y, más aún, si están en etapa de floración y desarrollo de frutos. “No llueve y la situación preocupa. Ya no sabemos qué hacer”, comenta el productor de la zona de Larea, Teodoro Morales Huerta.

Según la Junta de Usuarios de Nepeña, a la que pertenece la comisión Salitre, el valle Nepeña cuenta con 18 000 hectáreas de frontera agrícola, de ellas cerca de 3000 están destinadas a palto y otras 1000 para el cultivo de mango, como principales productos de exportación que dinamiza la economía local.

CONFLICTO POR AGUA

Según el Servicio para el Desarrollo Integral Rural (Sedir), tras recorrer varios campos y fundos de palto y mango, y entrevistar a distintos productores, el drama por la poca agua es real. La entidad afirma que la falta del recurso ya ha generado más de una discusión.

“Ya hay conflictos entre productores de la parte alta y nosotros que estamos en la parte baja. Hay invasiones para nuevas áreas de palta en la zona alta y eso genera que nosotros nos quedemos sin agua”, remarca Elmer Rodríguez, de la zona de Puente Piedra, en el distrito de Moro.

LO QUE HACE FALTA

Sedir ha propuesto que las nuevas autoridades regionales y municipales, que trabajarán desde 2023, prioricen obras de represamiento de agua en la parte alta, fortalezcan el riego tecnificado y mejoren la infraestructura vial para optimizar el acceso a los diferentes cultivos destinados para el mercado nacional e internacional.

“La demora de las lluvias y las sequías cada año son más críticas. Es importante que los gobiernos ejecuten proyectos de represamiento. Solo así podríamos garantizar la actividad agrícola para nuestra seguridad alimentaria”, remarcó el director ejecutivo de Sedir, Juan Cerna Espinoza.

El dato

Las actividades de Sedir se desarrollan en el marco del proyecto de cooperación con la Fundación Servicio de Liechtenstein para el Desarrollo (LED).

(Redacción El Ferrol)


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